Por Julius Evola
El simbolismo del Aguila tiene un carácter eminentemente tradicional. Inspirándose en precisas analogías, entre los símbolos y los mitos de todas las civilizaciones de tipo tradicional, es uno de los que mejor atestiguan una impronta invariable e inmutable fuera de las diferentes formulaciones de que fue objeto según las razas. Precisemos a continuación que en la tradición aria, el simbolismo del Aguila siempre ha tenido un carácter olímpico y heroico. Tal es lo que vamos a intentar demostrar mediante referencias y aproximaciones.
El carácter olímpico del simbolismo del Aguila está directamente relacionado con la consagración de este animal al dios olímpico por excelencia, Zeus quién entre los ario-helenos (al igual que Júpiter entre los ario-romanos) es la representación de la divinidad de la luz y de la realeza, venerado con otro símbolo, el del rayo, elemento que no puede olvidarse pues, como veremos, este atributo complementará muy frecuentemente el simbolismo del Aguila. Recordemos también que, según la antigua visión aria del mundo, el elemento olímpico se definía por su antítesis con el elemento titánico, telúrico y prometéico. Además es con el rayo que Zeus, en el mito abate a los titanes. Entre los Arios que vivían toda lucha como un reflejo de la lucha metafísica entre las potencias olímpicas y las fuerzas titánicas, considerándose como la milicia de los primeros, vemos el Aquila, el rayo como símbolos y enseñanzas cuyo profundo significado se olvida generalmente.
Según la antigua visión aria de la vida, la inmortalidad es un privilegio: no significa simplemente supervivencia tras la muerte, sino participación heróica y real en el estado de conciencia que define a la divinidad olímpica. Establezcamos alguna s correspondencias. La concepción de la inmortalidad se reencuentra en la antigua tradición egipcia. Solo una parte de] ser humano está destinado a una existencia eterna y celeste en estado de gloria -BA- que está representada por un águila o halcón (en función de las condiciones ambientales, el halcón es aquí el sucedáneo del águila, el soporte más próximo ofrecido por el mundo físico para expresar la misma idea. Es bajo la forma de halcón que, en el ritual contenido en el LIBRO DE LOS MUERTOS el alma transfigurada del muerto asusta a los dioses pronunciando estas soberbias palabras: "Soy coronado como Halcón Divino a fin de que yo pueda penetrar en la Región de los Muertos y tomar posesión del dominio de Osiris..." Esta herencia ultra-terrestre corresponde exactamente al elemento olímpico. En efecto, en el mito egipcio, Osiris es una figura divina que, tras haber sufrido alteración y corrupción (muerte y descuartizamiento de Osiris), es resucitado por Horus. El muerto, participando en la fuerza resurrectora de Horus, obtiene pues la inmortalidad que lleva Osiris y que provoca el "renacimiento" o la "recomposición".
Es pues fácil constatar las múltiples correspondencias de las tradiciones y los símbolos. En el mito helénico, se comprende que seres como Ganímedes sean llevados por ''águilas" y conducidos al Olimpo. Es gracias a un águila que, en la antigua tradición persa, el rey, Kei-Kaus intenta, a la manera de Prometeo, subir al cielo. En la tradición indo-aria, es el Aquila quien lleva a Indra la bebida mágica que lo volverá dueño de los dioses. la tradición clásica añade aquí un detalle sugestivo: para ella, aunque sea inexacto, el Aguila era el único animal que podía mirar el sol sin bajar los ojos.
Esto aclara el papel del Aquila en algunas versiones de la leyenda de Prometeo. Prometeo aparecía no como aquel que está realmente cualiticado para hacer suyo el fuego olímpico, sino como aquel que, permane ciendo con la naturaleza titánica, quiere usurpar yhacer no una cosa de los dioses sino de los hombres. Como expiación, en estas versiones de la leyenda, Prometeo encadenado, tiene el hígado continuamente devrado por un Aquila. El Aquila, el animal sagrado del Dios Olímpico, asociado al rayo que abate a los titanes, se nos presenta como una representación equivalente al mismo fuego, este fuego del que Prometeo deseaba apropiarse. Se trata pues de una especie decastigo inmanente. Prometeo no tiene la naturaleza del Aguila que debe mirar "olímpicamente" a la tuz absoluta. Esta fuerza que quiere hacer suya se convierte en el principio de su tormento y de su castigo. Esto podría ayudarnos a comprender la tragedia interior de los diferentes representantes modernos de la doctrina del "superhombre" titánico. Obsesiona la romanidad y el ideal olímpico. En este rito, el vuelo de un Aquila por encima de la pira funeraria simbolizaba el tránsito del alma del emperador muerto al estado de "Dios". Recordemos los detalles de este rito que fue codificado sobre el modelo del ritual original celebrado a la muerte de Augusto.
El cuerpo del emperador difunto era depositado en un féretro recubierto de púrpura, llevado sobre una litera de oro y márfil, luego situado sobre la pira rodeada de sacerdotes que se levantaba en el Campo de Marte. Entonces tenía lugar la DECURSIO. Tras haber encendido la pira, un Aquila se elevaba entre las llamas y se pensaba que, en ese instante, el alma del muerto se elevaba simbólicamente hacia las regiones celestes, para ser acogido en el seno de los Olímpicos.
La DECURSIO era una ceremonia de soldados, caballeros y jefes en torno a la pira imperial en la cual lanzaban las recompensas que hablan recibido por sus acciones. Hay en este rito un significado profundo Arios y romanos creían que sus jefes posetan en si mismos la verdadera fuerza de la victoria, no en tanto que individuos sino como portadores de un elemento sobrenatural, olímpico, que les era atribuido. Es por, esto que, en la ceremonia romana del triunfo, el general vencedor se atribuía los símbolos del dios olímpico, Júpiter, y que era en su templo donde depositaba su corona de laurel, honrando as! al verdadero autor de la victoria, bien distinto de la partida simplemente humana. En el curso de la DECURSIO, se producía una REMISSIO del mismo orden: los soldados y los jefes restituían sus condecoraciones, pruebas de su valor y de su fuerza victoriosa, al emperador como a aquel que, en su potencialidad olímpica, en el momento de liberarse y de trascenderse sobre el plano divino, era el verdadero agente.
Esto nos lleva a examinar el segundo testimonio del espíritu olímpico de la romanidad, marcado también por el simbolismo del Aquila. Era tradicionalmente admítido que aquel sobre el cual se posaba un Aguila estaba predestinado por Zeus a un alto destino o a la realeza, signo de la legitimidad olímpica o de una u otra. Pero era igualmente admitido por la tradición clásica y más especificamente aún por la tradici6n romana, que el Aguila era un presagio de victoria, es decir, la idea que, a través de la victo ria de la "raza" aria y romana, son las fuerzas de la divinidad olímpica, del dios de la luz, quienes son victoriosas. La victoria de los hombres refleja la victoria de Zeus sobre las fuerzas anti-olímpicas y bárbaras, era pronosticada por la aparición del animal de Zeus, el Aguila.
Esto permite comprender bien en relación con el significado profundo de origen tradicional y sagrado y no como una alegoría cualquiera, el papel que tenía el Aguila en las enseñas romanas entre los SIGNA y los VEXILIA de los orígenes. Ya en la época repu blicana, en Roma, el Aguila era la enseña de las legiones, se decía: "un Aquila por legión y ninguna legión sin Aguila".
En general la enseña se componía de un Aquila con las alas desplegadas que mantenía un rayo entre las garras. Así se encuentra confirmado el simbolismo olímpico: el signo de la fuerza de Júpiter se une con el animal que le es consagrado, pues es con el rayo que el dios combate y extermina a los titanes.
Detalle que merece ser subrayado, las enseñas de las tropas bárbaras no tenían Aquila: en los SIGNA AUXILIARIUM encontramos por el contrario animales sagrados o totémicos referidos a otras influencias, como el toro o el carnero. No fue sino más tarde cuan do estos signos se infiltraron en la romanidad, asociándose al Aquila y dando lugar frecuentemente a un doble simbolismo: el segundo animal añadido al Aguila en las enseñas de una legión representaba su característica, mientras que el Aquila permanecía como símbolo general de Roma. En la época imperial, la en seña militar se convirtió a menudo en el símbolo mismo del IMPERIUM.
Sabemos el papel que juega el Aquila en la historia sucesiva de los pueblos nórdicos y germánicos. Este símbolo parece haber abandonado por un largo periódo el suelo romano y transportado a las razas germánicas, hasta el punto de aparecer como un simboli mo genuinamente nórdico. Esto no es exacto. Se ha olvidado el origen del Aquila que figura aun hoy como emblema de Alemania, como lo fue también del Imperio Austríaco, último heredero del Sacro Imperio Romano Germánico. El Aquila germánica es simplemente el águila romana. Fue Carlomagno quien, en el año 800, en el instante de declarar la RENOVATION ROMANII IMPERII recuperó el símbolo fundamental, el Aguila y lo declaró emblema de su Imperio. Históricamente, es el águila romana quien se ha conservado hasta hoy como símbolo del Reich. Sin embargo esto no impide que desde un punto de vista más profundo, supra-histórico, pueda pensarse en algo más que en una simple importación. En efecto, el Aguila figuraba ya en la mitología nórdica, como uno de los animales sagrados consagrados a Odin-Wotan y este animal fue añadido a las enseñas romanas de las legiones, incluso figuraba sobre las cimeras de los antiguos jefes germánicos. Puede pues concebirse que Carlomagno, tomando el Aquila como símbolo del Imperio resucitado, tuvie ra presente a la Roma antigua y, simultáneamente de forma inconsciente, recuperaba también un símbolo de la antigua tradición ario-nórdica, conservado solo bajo la forma fragmentaria y crepuscular por diferen tes pueblos del período de las invasiones. Fuera como fuese, posteriormente el Aquila terminó por no tener más que un valor exclusivamente heráldico y se olvidó su significado originario y profundo.
Como muchos otros se convirtió en un símbolo que se sobreviviría y en consecuencia se convertirla en susceptible de servir de soporte a ideas y formas diferentes. Sería pues absurdo suponer la presencia "fonanbulesca" de concepciones como las que acabamos de recordar, por todas partes donde hoy se ven Aquilas sobre estandartes de emblemas europeos. Para no sotros, herederos de la antigua romanidad, podría ser diferente, igual que para el pueblo, hoy a nuestro lado, que es el heredero del Sacro Imperio Germánico. El conocimiento del significado original de simbolismo ario del Aquila, emblema resucitado de nuestros pueblos, podría incluso marcar el sentido más alto de nuestra lucha y relacionarse con esta tarea que repite en esto, en cierta medida, la aventura idéntica en la cual el antiguo pueblo ario, bajo el signo olímpico y evocador de la fuerza olimpica exterminadora de las entidades oscuras y titánicas, podría sentirse como la milicia de las fuerzas de lo alto, afirmar un derecho y una función superiores de potencia y orden.
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