4 de octubre de 2010

Un cambio universal de actitud


Si las tendencias reprimidas de la sombra no fuesen más que malas, no habría problema alguno. Pero, de ordinario, la sombra es tan solo mezquina, inadecuada y molesta, y no absolutamente mala. Asimismo contiene propiedades pueriles o primitivas que en cierto modo vivificarían y embellecerían la existencia humana; mas choca uno con las reglas tradicionales. El público culto -flor y nata de nuestra civilización actual- hállase un tanto separado de sus raíces y en vías de perder su conexión con la tierra. En la actualidad son contados los países civilizados cuyas capas de población inferiores no se encuentran en un inquieto estado de conflictos de opinión. En muchas naciones europeas este temple se apodera también de las capas superiores. Tal estado de cosas exhibe, en escala aumentada, nuestro problema psicológico, pues las colectividades no son sino acumulaciones de problemas individuales. Una parte se identifica con el hombre superior, y no puede descender, en tanto la otra, identificada con el hombre inferior, desea asomar a la superficie.
Tales problemas nunca se solucionan mediante legislación o artimañas, solo puede resólverselos mediante un cambio universal de actitud. Y este cambio no se emprende con propaganda o mitines de masas, o menos aún, con la fuerza. Se incia con la transformación interior del individuo. Producirá sus efectos en forma de una alteración de sus inclinaciones y antípatias personales, de su concepción de la vida y de sus valores, y sólo el acopio de esos cambios individuales traerá la solución colectiva.

Carl Gustav Jung "Psicología y Religion" (Buenos Aires, Paidós 2008) pp. 128-129

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