31 de octubre de 2010

La Esencia del Futurismo


Una constante de la mentalidad europea es su rechazo de lo inmutable y su carácter faústico, tentador (en los dos sentidos de la palabra, “que hace tentativas”, y “que hace sufrir tentaciones”), experimentador de nuevas formas de civilización. Nuestro fondo cultural, que también ha heredado América, es aventurero. Quiere transformar el mundo a través de la creación de imperios o por la tecnociencia, y siempre mediante grandes proyectos. Estos últimos son la representación anticipada de un futuro construido. El “futuro”, y no el ciclo histórico repetitivo, está en el corazón de la visión del mundo europea. Por hablar en términos de Heidegger, la Historia es una senda en el bosque (Holzweg) que serpentea, o un río lleno de peligros y de descubrimientos nuevos. Por otra parte, en esta visión futurista, las invenciones de la tecnociencia, o los proyectos geopolíticos, pensados como desafíos, no están únicamente considerados utilitariamente, sino también estéticamente. La aviación, los cohetes espaciales, los submarinos, la industria nuclear han nacido de sueños racionalizados en los cuales el espíritu científico ha realizado el proyecto del espíritu estético.

El alma europea está marcada por su atracción hacia el futuro, signo de juventud. Es historial e imaginal (imagina siempre la historia futura según un proyecto dado).

Al mismo tiempo, en el arte, la civilización europea fue la única que ha conocido una perpetua renovación de las formas. Toda repetición cíclica de los modelos está prohibida. El espíritu de la obra es inmutable (polo arcaico), pero la forma tiene que renovarse sin cesar (polo futurista). El alma europea está situada debajo del signo de la creación y de la invención permanentes, es decir, la poïesis griega, aunque el eje direccional, los valores, deben de quedar conformes a la tradición.

La esencia del futurismo, es arquitecturar el futuro, pero no maldecir el pasado, pensar la civilización, como una obra en movimiento, según la concepción que tenía Wagner; proyectar lo político no solamente como una limitativa “discriminación del enemigo” a lo Carl Schmitt, sino también como la “discriminación del amigo” (¿quién es un miembro de la comunidad del pueblo?) y sobre todo como formación del pueblo en el futuro, con los problemas constantes de ambición, de independencia, de creatividad y de potencia...

Pero este dinamismo, esta voluntad de potencia y de poder, esta proyección en el futuro, se encuentra con muchos obstáculos. En primer lugar, la modernidad los amenaza mediante una moral de la culpabilización de la fuerza y por su fatalismo histórico. Después, en el dominio social, un futurismo descarriado puede crear unas aberraciones utópicas, por el gusto sencillo del “cambio por el cambio”. En tercer lugar, la mentalidad futurista, sin control –sobre todo en el dominio de la tecnociencia- puede revelarse suicida, particularmente en materias de medio ambiente ecológico, es el hecho del riesgo de la deificación de la técnica,.

El futurismo tiene que ser atemperado por el arcaísmo, o mejor, se podría decir en una formula osada: el arcaísmo tiene que depurar al futurismo.

Por fin, la mentalidad futurista se encuentra con “fronteras”: limitación de la conquista espacial a causa de sus costes, banalización y pérdida de sentido de la tecnociencia, desencantamiento de todos sus valores propios positivos y “poïeticos” de movilización, despoetización y desestetización mercantilistas generalizadas, etc.

El futurismo solamente puede ser de nuevo eficiente si explora nuevas pistas. Y solamente el mundo neoarcaico que se está preparando puede reorientar la mentalidad futurista fuera de los callejones sin salida de la modernidad.

Por Guillaume Faye

1 comentario:

Tercerista dijo...

No entiendo porque publicas a Faye, que no es más que un sionista autoreconicido como tal.

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