27 de enero de 2010

El Verdadero Revolucionario

Por Julius Evola

(Extraído de Los hombres y las ruinas - 1954)


Es necesario examinar hasta el fondo las propias ambiciones "revolucionarias", dándose cuenta que si se acepta referir tales ambiciones en sus límites legítimos, nos limitaría a formar parte del escuadrón de demolición. Solo quien se mantiene verdaderamente en pié puede decirse que se encuentra en un alto nivel. La consigna de un hombre así será Tradición, entendida en su aspecto dinámico... Suyo será el estilo de quien, cuando las circunstancias cambien, donde las crisis se precipiten, donde nuevos factores actún y los precedentes diques peligren, conserve su sangre fría, su disposición para abandonar lo que debe ser abandonado, para que lo esencial no quede comprometido, sabe avanzar estudiando impasiblemente formas adaptadas a las nuevas circunstancias y con ellas sabe imponerse, tanto que una inmaterial continuidad sea restablecida o mantenida y cada actuación privada de base o a la propia aventura sean evitados. Esta es la tarea, este es el estilo de los verdaderos dominadores de la historia, bien distinto y más viril del simplemente "revolucionario".

25 de enero de 2010

Modelos y Embrollos Diferentes

Por Robert Anton Wilson

Cuando un cambio de paradigma ocurre — cuando pasamos de ver las cosas de una forma para verlas de otra — todo nuestro mundo es reconstruido. Todo lo que "sabemos" es lo que se registra en nuestros cerebros, así es que lo que percibes (tu realidad-túnel individual ) está hecho de no otra cosa que pensamientos — como Sir Humphrey Davy notó cuándo él mismo lo experimentó con óxido nitroso en 1819, y como lo notó Buda sentándose en silencio hasta que todos sus características sociales se atrofiaron y se desmoronaron.

La Revolución Copernicana en astronomía, la revolución darviniana en biología, la Relatividad y las revoluciones Cuánticas en la física, todas han sido tan chocantes para aquellos que las experimentaron como la Revolución Inmortalista lo es hoy.

Puedes vivir en la realidad-túnel incrustada en ti por accidente medioambiental o puedes escoger la tuya propia. Puedes experimentar cambios cerebrales tan radicalmente malos como los de Patty Hearst y Rusty Galley, tan trascendentalmente bellos como los de Buda y Jesús, tan epistemológicamente revolucionarios como los de Darwin y Einstein.

Puedes unirte a aquellos que ya han entrado en la Realidad-Túnel Inmortalista, la Realidad-Túnel Scientologista o la Realidad-Túnel Comunista.

Hoy en día abundan diferentes Realidades-Túnel, Abby Hoffman una vez dijo. El aceleramiento evolucionista nos impela al punto donde cada uno tendrá que hacerse responsable de la realidad que aceptemos.

Quince millones de americanos están esperando, con fe, que los Hermanos del Espacio vengan en sus UFOs e impongan la Paz Mundial.

El fenómeno OVNI es el, o un, caso extremo. Generalmente, todo lo que vemos está dentro de nuestras cabezas.

Esto está demostrado por el conocido diagrama óptico encontrado en toda clase de física de cualquier escuela secundaria:

Los rayos de luz del objeto externo se reflejan a través del lente del ojo en la retina, y vueltos al revés durante el proceso. El cerebro gustosamente interpreta el cuadro, y lo vuelve a su posición correcta, y editándole de otras maneras más sutiles.

Esto que pasa con la visión también pasa con otros sentidos. Lo que captamos es lo que se registra en el cerebro. ¿Es esta la respuesta para el famoso koan Zen Budista, "quién es el Ser Divino que hace que la hierba sea verde"?

El cerebro, en su rutina normal programa 100.000.000 de veces por minuto, toma información, edita, instrumenta, organiza, empaqueta, etiqueta etc. toda experiencia "existencial" en crudo.
Y lo clasifica según el Sistema Decimal neurológico Dewey. Este sistema difiere de sociedad en sociedad; De aquí, el relativismo cultural — lo que es real para el esquimal no es totalmente real para un taxista de Nueva York.

Para repasar: Cada individuo tiene un sistema neurológico, o un set, diferente a otros miembros de la misma sociedad. De acuerdo con el relativismo físico de Einstein, y el relativismo cultural de la antropología, llamamos a este "relativismo neurológico".

El vegetariano "no ve" (experiencia) la carne en un gancho en la carnicería de la misma manera que la persona que come carne la ve. El corredor no ve a otro miembro de una carrera de la misma manera que los padres de esa persona lo hacen. Más comúnmente, como el Poeta nos dice: "El Tonto no ve el mismo árbol que el Hombre Sabio ve".

Entre las muchas tareas editoriales del cerebro, ejecutada de manera tan rápida y suave que ni siquiera lo notamos, está la clasificación de percepción de lo "interior" y lo "exterior".
Que este sistema claramente delineado no está de acuerdo con los brutos hechos aprendidos de la óptica y la neurología; Que puede ser abolido completamente, con gran beneficio en términos de comprensión, es algo que aprendemos del tipo de experiencia metaprogramadora designada dhyana en las tradiciones hindús y budistas.

Crowley dice de la experiencia del dhyana:

"En el transcurso de nuestra concentración notamos que el contenido de la mente en todo momento consistiese de dos cosas, y no más: El Objeto (exterior), variable, y el Sujeto (interno), invariable, o aparentemente invariable. Por el logro del dharana el objeto ha sido hecho tan invariable como el sujeto. Ahora el resultado de esto es que lo dos se vuelven uno. Este fenómeno usualmente llega como un tremendo shock."

En nuestras palabras, "la mente" (cualquier cosa que esto sea) y sus contenidos son funcionalmente idénticos. El sistema convencional de clasificar el contenido como "yo" (componente de "la mente") y no "yo" ("lo exterior") puede ser abolido — no sólo a través de la meditación, pero también con la ayuda de ciertas drogas conocidas — y entonces la unidad del campo de la percepción es ahora reconocida. Nos convertimos en Metaprogramadores.

Esto es lo que podríamos esperar de los éxitos de la teoría de campos y la teoría general de sistemas en sociología, antropología, teoría cuántica etcétera. Esto aún llega como un claro shock cuando es experimentado y no sólo al hablar de ello. Cuando "yo" y "mi mundo" (Campo de percepción) se conviértete en uno, "soy transformado" completamente, como en "el fuego de un refinador" ,como dicen los místicos.

Esto suena un poco enigmático para la persona común falta de experiencia en la alteración de sets del cerebro. Prueba este ejemplo: Asumiendo que tú estas leyendo esto en tu propia casa, mira alrededor de tu cuarto. Nota que todo en tu campo de visión — el mobiliario, las pinturas o los pósteres en las paredes, el equipo estéreo o las alfombras o la ausencia de alfombras, TV o no TV, etc.—Es, en cierto sentido, tu creación o co-creation. Tu y/o tu pareja o tus compañeros de habitación escogieron todo lo que hay en el cuarto. Tú también has elegido ése cuarto particular, de los millones de cuartos de este planeta donde tú también podrías vivir. La realidad-túnel de ese cuarto, entonces, en un sentido muy real, ha sido "creada" o "manifestada" por ti, a partir de un universo de posibilidades infinitas.

Meditación silenciosa en un objeto por muchas semanas, como la del monje zen con el buey.

Por supuesto, sólo el más fanático freudiano o budista místico afirmaría que la entera historia de tu vida ha sido de igual manera "elegida" por ti. Pero, detente y piensa un momento: La historia de vida que tú piensas que tienes, la parte que ha sido almacenada en tu cerebro como "memoria," ciertamente ha sido seleccionada. Ni siquiera puedes recordar todo lo que ocurrió en los últimos cinco minutos. Si intentas guardar silencio interiormente (pasivo; no verbal) y adviertes todo lo que esta ocurriendo en tu área por un minuto, seras abrumado por miles de impresiones que no puedes catalogar y ni retener.

Conclusión: Quién tú eres, y lo que tú piensas que eres, es una creación editada y orquestada por tu cerebro.

Todo el mundo que conoces es un "artista" que ha hecho una creación equivalente.

Y estas creaciones son, todas ellas, tan diversas e idiosincrásicas como los estilos musicales de Bach, Beethoven, Rock, Wagner, Vivaldi, Bizet, Orff, Chopin, John Cage, Soul, los Beatles, Harry James, Disco, canciones populares escocesas, cánticos africanos...

En cuanto al universo "fuera de ti": Por supuesto, tú no lo creaste. Pero el universo " exterior" es otra parte de tu cerebro, lo cual ha hecho de sus circuitos un modelo que tú identificas con el universo exterior.

Estos modelos son tan variados y misceláneos como las pinturas de Botticelli, Rembrandt, Van Gogh, Picasso, Paul Klee, Wyeth, Dali, Monet ...

Esto es el sentido de la noción de que la mente y su contenido son funcionalmente idénticos.

Considera esta vieja rima folklórica:

"Vi a un hombre en la escalera, Un pequeño hombre que no estaba allí. Él no estaba allí otra vez hoy; Córcholis, ojalá se fuese."

Este pequeño hombre es un espectro semántico; Él existe sólo en el lenguaje, con todo una vez que el lenguaje le ha invocado casi parece tener sentido desear que él se fuese.

Avances recientes en semántica, semiótica, análisis lingüístico, bases matemáticas, lógica, etc han demostrado que nuestro campo conceptual — nuestro ambiente simbólico — está embrujado por muchos de estos espectros.

Están las paradojas de Empédocles, de las cuales la clásica es:

Todo lo que está dentro de este recuadro es falso

Los teólogos se enfadan con preguntas como: ¿Puede un Dios omnipotente crear una roca tan pesada que él Mismo no la pueda levantar? (Si no puede, no es omnipotente; Y si puede, no es omnipotente.) Los filósofos y los físicos se sienten todavía incomodados por lo que sucedió antes del principio del tiempo. Alguien comentó, "me alegro de que no me guste el coliflor, porque si me gustara, lo comería, y odio esa comida". Alicia en el País de las Maravillas, y cualquier tratado sobre la lógica matemática, proveerán centenares de ejemplos de acertijos mentales similares a estos.

Un dicho zen lo resume todo:

"Pensar que ya no voy a pensar más en ti es no obstante pensar en ti. Déjame entonces intentar no pensar que no voy a pensar en ti "

Bertrand Russell y Alfred North Whitehead trataron de resolver todo tipo de acertijos semejantes con una proposición matemática conocida como la Teoría de los Tipos. Desafortunadamente, fue rápidamente señalado que o (a) la Teoría de los Tipos alude a sí misma, en cuyo caso se limita a sí misma con sus propios términos, y no soluciona todos nuestros problemas semánticos, o (b) la Teoría de los Tipos no alude a sí misma, en cuyo caso hay proposiciones a las cuales no alude, y es otra vez limitada, quedándonos con nuestros problemas.

Estas perplejidades del tercer circuito son de más que una acepción técnica lógica y filosófica. Muchas situaciones en la vida real toman la forma de nuestro ser hechizado por nuestros espectros semánticos. Por ejemplo, la popular novela, Catch 22, trata de un muy real nudo Empedocleano: El héroe puede llegar a escapar de la guerra si puede probar que está loco, pero si trata de hacer esto probará estar cuerdo, ya que está los suficientemente cuerdo como para librarse de una situación peligrosa.

La lógica de el mundo-sueño de Finnegans Wake de James Joyce no está tan lejos de la vida real, tampoco. Un paciente, de origen alemán, en el hospital de St. Elizabeth, no quiere atravesar puertas, explicando "Da fressen mich die Turen". (Las puertas me comerán!). Esto tiene un sentido fonéticamente perfecto, ya que es idéntico en pronunciación a " Dafressen mich die Tieren ". " (Los animales me comerán).

¿Magia de las palabras? ¿Esquizofrenia? La persona común, un no vegetariano, reaccionará positivamente a un "tierno y jugoso filete de solomillo" en el menú; Pero no a "un trozo de toro castrado muerto". Pero las dos expresiones quieren decir lo mismo.

Todos nosotros tendemos a conjugar frases en la forma caricaturizada por Bertrand Russell: " Yo soy consistente. Tú eres obstinado. Él es un tonto testarudo ". (" Yo soy atrevido y original. Tú eres pretencioso. El apesta ". " Yo soy flexible. Tú corres hacia donde sopla el viento. Ellos son una manga de oportunistas ").

Se ha afirmado que la magia de la poesía crea "sapos reales en huertos imaginarios" . Cuando Robert Burns escribe:

"La luna macilenta se sitúa detrás de la ola blanca y el tiempo se sitúa junto a mí",

qué difícil es no pensar que la abstracción "tiempo" se ha vuelto tan real como la ola y la luna física — o el pequeño hombre en la escalera.

Estos casos son simbólicos, pero van más allá de lo lingüístico. Por ejemplo, el famoso inglés que se vestía para la cena todas las noches en su solitaria cabaña tropical no era ningún tonto. Él se mantenía en su burbuja inglesa de realidad del tercer circuito, para evitar ser engullido por la burbuja de realidad de los nativos. Ve lo que le ocurre a Kurz en el "Corazón de las Tinieblas" de Joseph Conrad cuando el túnel africano de realidad aplasta su túnel europeo de realidad.

Sólo se requiere de algunas semanas en prisión para volverse "un convicto," no importa cuál haya sido la definición de ti mismo antes de esto, pero también sólo toma algunas semanas en el Ejército para convertirse en un "soldado".

Estas observaciones son otra elucidación de nuestra anterior declaración de que la mente y su contenido son funcionalmente idénticos. El proceso de simbolización es tal que, una vez puesto en marcha, es prácticamente imposible (sin un conocimiento neurológico delicado) escaparse de una realidad-túnel que uno haya creado para uno mismo o que el ambiente haya impuesto sobre uno.

Kurt Saxon es el autor de libros como "El James Bond del Hombre Pobre", un manual que te dice todo acerca de técnicas prácticas de asesinato y anarquía, y El Sobreviviente, una obra de cuatro volúmenes con la misma temática, donde indica donde adquirir cualquier tipo posible de arma, y la Raíz Podrida, una perorata en contra de Alex Haley por insinuar que la esclavitud fue injusta para las personas negras, y varios libros similares. El Sr. Saxon no ha sido reseñado por las revistas Liberales que deciden cuáles autores son importantes, pero tiene muchos lectores entre las sectas Apocalípticas de extrema derecha.

El Sr. Saxon escribió en 1970s que para 1982 los Estados Unidos serían destruidos casi completamente . Esto es porque el gobierno habría ahuyentado del negocio a los "competentes" por tributación excesiva y subsidiado a 30 millones de "incompetentes" y otros con el Seguro Social.
Este país así se ha vuelto, Saxon dice, " un Disneylandia para tontos ".

En 1982, dijo Saxon, la economía entera se derrumbaría.
"Millones de contribuyentes estarán sin empleo ... Millones que ahora están con Valium u otros tranquilizantes se volverán locos cuando no puedan obtener más. Los adictos a las drogas se apiñarán en farmacias buscando estupefaciente, desbastando todo aquello que no roben" Estaremos indefensos en contra del ataque ruso porque una guerra será incosteable. La única solución, Saxon nos informa, es comprar granjas, hacer el pedido de sus libros sobre cómo matar la gente eficazmente, y almacenar todo tipo de armamento, para oponerse a los "imbéciles y parásitos" que huirán de las ciudades condenadas a la ruina e intentarán robar tus cultivos.

El Sr. Saxon creyó que éstas son predicciones objetivas basadas en "leyes" rígidas de sociología y economía que él aprendió de los escritos de la Señora Ayn Rand.
No consideró que este túnel apocalíptico de realidad en el cual él vivía es de alguna manera una creación artística expresando sus hostilidades y ansiedades emocionales.

John White creía que el eje de la tierra cambiaría de posición en algún momento antes de 1999. Habrá "pérdidas masivas de vida" y la civilización se destruirá casi completamente. La única esperanza que existe, dice, es retirarse a una granja (a la Mr. Saxon) donde probablemente seréis exterminados de cualquier manera pero tendréis alguna ventaja sobre la gente de la ciudad en lo referente a que vosotros no tendréis edificios altos cayendo sobre vosotros cuando el cambio de Polo haga estallar terremotos por doquier. El Sr. White creía que éstas eran predicciones objetivas basadas en "leyes" eternas de karma que él aprendió de gurús y ocultistas diversos. Él no consideraba que el túnel apocalíptico de realidad en el cual él vivía es de alguna manera una creación artística expresando sus hostilidades y ansiedades emocionales.

El Sr. White también creía que muchos UFOs son de hecho demonios, y que después de que el cambio de Posición del Polo nos extermine, la mayor parte de nosotros iremos al Infierno," el cual afortunadamente no es eterno, sino que sólo sin tiempo límite". Si enfrentamos el mundo sin ideas veremos sólo desorden, como el vacío deforme que existía antes de que "Dios" (el intelecto) comenzara a crear un universo (un sistema) en el Génesis.

Una vez que nos convertimos en la "imagen de Dios" creando nuestro propio universo, tenemos un modelo de desorden. El modelo es muy apropiado — no podríamos ser humanos sin él — pero es también muy engañoso cada vez que nos olvidamos de que fuimos nosotros los que lo creamos.

Ninguno de los modelos de realidad discutidos en este capítulo, no importa cuán bizarros puedan parecer a algunos lectores, pueden ser más arbitrarios que el modelo oficial de realidad conocido como realidad consensual, el cual es un promedio estadístico y no tan consensual como parece. Recorred 100 millas en cualquier dirección, y lo consensual comienza a desmoronarse. Viajad 1000 millas y muy poco queda de lo consensual...

"Las personas de la tierra son islas", dijo Clement Atlee, "gritandose unos a otros sobre océanos de malentendidos". Cada isla es un túnel de realidad aparte creado por (a) nuestra cultura, (b) nuestra subcultura y (c) por el fabricante de mitos o artista en cada uno de nosotros que es la totalmente inflexible individualidad que nos hace a ti y a mí egos humanos únicos, unidades no replicables como las hormigas en su nido.

...


Robert Anton Wilson es el autor del "Gatillo Cósmico" (en español "EL Martillo Cósmico"), Schrodinger´s Cat, Sex & Drugs y otros libros. Como el Sr. Saxon y el Sr. White, Wilson no ha sido reseñado por las revistas Liberales que deciden cuáles autores son importantes, pero lo siguen muchos lectores entre ellos amantes de la ciencia ficción, políticos Libertarianos y veteranos de la Revolución de la Conciencia.

Wilson cree que las técnicas de extensión de la vida y las drogas del desarrollo de la inteligencia serán descubiertas en esta década, y estarán ampliamente disponibles para el 2010. Menos radical que el Dr. Silverstein, Wilson no espera que la inmortalidad sea alcanzada hasta la mitad del siguiente siglo — pero él espera que las drogas de extensión de la vida le mantengan en vida hasta entonces (lamentablemente murió sin que esto sea posible).

Wilson prevé que la mayor parte de la humanidad habrá emigrado fuera de la Tierra a ciudades del espacio para el 2028. Él espera que gracias a la inteligencia superior y la obtención de vidas más extensas con respecto a la humanidad de hoy, estos post-terrícolas gradualmente se vuelvan Superhumanos en comparación a nuestro término medio histórico.

Wilson cree que éstas son buenas conjeturas basadas en probabilidades científicas, pero no piensa que haya algunas leyes económicas o kármicas rígidamente garantizadas. Él reconoce que esta realidad-túnel fue generada por su cerebro, que él es el artista que lo creó, y que expresa lo que él espera y desea, así como son también probabilidades científicas. Esta es, y él lo sabe, la realidad-túnel que lo mantiene feliz, creativo, ocupado y lleno de perpetuo entusiasmo.

Ejercicios
1. Usando el cuarto modelo de circuito, intenta adivinar qué huellas específicas crearon la realidad-túnel del Sr. Saxon.
2. Aplícale el mismo análisis al Sr. White y el Sr. Wilson.
3. Aplícale el mismo análisis a Jesús, Hitler, Walt Whitman y a tu padre y tu madre.
4. Escribe una crítica de este capítulo desde el punto de vista del Fundamentalismo Cristiano.


Traducido por Kaosmos
Extraído de Zona de Caos

24 de enero de 2010

Metafísica de la Guerra . I

Por Julius Evola


El principio general al cual apelar para justificar la guerra en el plano de lo humano es el "heroismo". La guerra, según esto, ofrece al hombre la ocasión de redescubrir al héroe que anida en él. Rompe la rutina de la vida cómoda y, a través de las más duras pruebas, favorece un conocimiento transfigurante de la vida en función de la muerte. El instante final en el cual un individuo debe comportarse como un héroe es el último de su vida terrestre y pesa infinitamente más en la balanza que toda su existencia vivida monótonamente en la agitación incesante de las ciudades. Esto es lo que compensa, en términos espirituales, los aspectos negativos y destructivos de la guerra que el paternalismo pacifista pone unilateral y tendenciosamente de relieve. La guerra, estableciendo y realizando la relatividad de la vida humana, estableciendo y realizando también el derecho de un "más allá de la vida", tiene siempre un valor anti-materialista y espiritual.

Estas consideraciones tienen un peso indiscutible y dejan cortas todas las demagogias del humanitarismo, los lloriqueos sentimentales y las protestas de los paladines de los "inmortales principios" y de la internacional de los "héroes de la pluma". Mientras tanto, es preciso reconocer que para definir bien las condiciones por las cuales la guerra se presenta realmente como un fenómeno espiritual, se debe proceder a un examen ulterior, esbozar una especie de "fenomenología de la experiencia guerrera", distinguir las diferentes formas y jerarquizarlas para dar todo su relieve al punto absoluto que servirá de referencia a la experiencia heroica.

Para ello es preciso referirse a una doctrina que no tiene la estructura de construcción filosófica particular y personal, sino que es, a su manera, una referencia de hecho positiva y objetiva. Se trata de la doctrina de la cuatripartición en todas las civilizaciones tradicionales que da origen a cuatro castas diferentes: siervos, burgueses, aristocracia guerrera y detentadores de la autoridad espiritual. No debe entenderse por casta, como hace la mayoría, una división artificial y arbitraria, sino el lazo que une a los individuos de una misma naturaleza, un tipo de interés y de vocación idéntica, una cualificación original. Normalmente, una verdad y una función determinada definen cada casta y no lo contrario. No se trata pues de privilegios y de formas de vida erigidas en monopolio y basadas en una constitución social conocida, más o menos, artificialmente. El verdadero principio del que proceden estas instituciones, bajo formas históricas más o menos perfectas, es que no existe un modo único y genérico de vivir su propia vida, sino un modo espiritual, es decir, como guerrero, burgués, siervo y, cuando las funciones y reparticiones sociales corresponden ciertamente a esta articulación, según la expresión clásica, estamos ante una organización "procedente de la verdad y de la justicia".

Esta organización se convierte en jerárquica cuando implica una dependencia natural -y con la dependencia la participación- de modos inferiores de vida de aquellos que son superiores, siendo considerado como superior toda personalización de un punto de vista puramente espiritual. Solamente en este caso, existen relaciones claras y normales de participación y subordinación, como lo ilustra la análoga ofrecida por el cuerpo humano: allí donde no hay condiciones sanas y normales, cuando el elemento físico (siervos) o la vida vegetativa (el burgués), o la voluntad impulsiva y no controlada (guerreros), asumen la dirección o la decisión en la vida del hombre, aparece el caos; pero cuando el espíritu constituye el punto central y último de referencia para las facultades restantes, a las cuales no les es negada por tanto una autonomía parcial, una vida propia y un derecho diferenciado en el conjunto de la unidad, allí aparece el Orden.

Si bien no debemos hablar genéricamente de jerarquía, aunque se trate de la verdadera jerarquía en la que quien está en lo alto y dirige es verdaderamente superior, es preciso hablar y hacer una referencia a los sistemas de civilización basados en una élite espiritual y en donde el modo de vivir del siervo, del burgués y del guerrero terminan por inspirarse en este principio para la justificación de las actividades en que se manifiestan materialmente. Por el contrario, se encuentra en un estado anormal cuando el centro se desplaza y el punto de referencia no es el principio espiritual sino el de la clase servil, burguesa o simplemente guerrera. En cada uno de estos casos, si existe igualmente jerarquía y participación no se trata de algo natural. Se convierte en deformante y subversiva y termina por exceder los límites transformándose en un sistema en donde la visión de la vida, propia de un siervo, orienta y compenetra todos los elementos del conjunto social.

En el plano político, este proceso involutivo es particularmente sensible en la historia de Occidente hasta nuestros días. Los Estados de tipo aristocrático-sacral han sido reemplazados por Estados monárquico-guerreros, ampliamente secularizados y luego ellos mismos a su vez, han sido reemplazados y suplantados por Estados apoyados sobre oligarquías capitalistas (casta de los burgueses y de los mercaderes) y finalmente por tendencias socialistas, colectivistas y proletarias que han encontrado su eclosión en el bolchevismo (casta de los siervos).

Este proceso es paralelo al cambio de un tipo de civilización por otro, de un significado fundamental de la existencia a otra, si bien en cada fase particular de estos conceptos, cada principio, cada institución forma e imprime un sentido diferente, conforme a la nota preponderante.

Esto es igualmente válido para la guerra. Y he aquí como vamos a poder abordar positivamente la tarea que nos propusimos al principio de este ensayo: especificar los diversos significados que pueden asumir el combate y la muerte heroicas. Según se decante bajo el signo de una u otra casta,la guerra se justificaba por motivos espirituales, considerándose como una vía de realización sobrenatural y de inmortalización para el héroe (tema de la Guerra Santa), en el de las aristocracias guerreras se luchaba por el honor y por un principio de lealtad que no se asociaba al placer de la guerra por la guerra. Con el paso del poder a manos de la burguesía se produce una profunda transformación. El concepto mismo de nación se materializa; se crea una concepción anti-aristocrática y natural de la patria y el guerrero da paso al soldado y al "ciudadano" que lucha simplemente por defender o conquistar una tierra, estando los guerreros en general, fraudulentamente guiados por razones o primacías de orden económico o industrial. En fín,allí donde el último estadio ha podido ser alcanzado abiertamente, es en una organización en manos de siervos,tal como expresó perfectamente Lenin: "La guerra entre naciones es un juego pueril, una supervivencia burguesa que no nos atañe. La verdadera guerra, nuestra guerra, es la revolución mundial para la destrucción de la burguesía, y el triunfo de la clase proletaria".

Establecido esto, es evidente que el "héroe" puede ser denominador común que abrace los tipos y significados más diversos. Morir, sacrificar su vida, puede ser válido solamente en el plano técnico-colectivo, incluso en el plano de aquello que se llama hoy brutalmente "material humano". Es evidente que no es en tal plano donde la guerra puede reivindicar un auténtico valor espiritual para el individuo, cuando éste se presenta no como "material", sino -a la manera romana- como personalidad. Esto no se producen a no ser que exista una doble relación entre medio y fin, cuando el individuo es solo un medio en relación con la guerra y con sus fines materiales, sino simultáneamente, cuando la guerra y su entorno deriva como medio en relación con el individuo, ocasión o vía cuyo fin es la realización espiritual, favorecida por la experiencia heroica. Entonces existe síntesis, energía y máxima eficacia. En este orden de ideas y en función de eso que hemos dicho anteriormente, es evidente que todas las guerras no ofrecen las mismas posibilidades. Y ello en razón de analogías en absoluto abstractas, sino positivamente activas, según las vías, invisibles para la mayoría, que existen entre el carácter colectivo preponderante en los diferentes ciclos de civilización y el elemento que corresponde a este carácter en el todo de la entidad humana. Si la era de los mercaderes y siervos es aquella en la que predominan las fuerzas correspondientes a las energías que definen en el hombre el elemento pre-personal, físico, instintivo, telúrico o simplemente orgánico-vital, en la era de los guerreros y en la de los jefes espirituales se expresan fuerzas que corresponden respectivamente, en el hombre al carácter y a la personalidad espiritualizada, realizada según su destino sobrenatural. Según todo lo que desarrolla de trascendente en el individuo es evidente que en una guerra, la mayoría no puede más que sentir colectivamente el despertar correspondiente, más o menos, con la influencia preponderante de esa guerra. En función de cada caso, la experiencia heroica conduce a puntos diversos y, sobre todo, de tres formas.

En el fondo, corresponden a las tres posibilidades de relación que pueden verificarse por la casta guerrera y su principio respecto a las otras articulaciones ya examinadas. Puede verificarse el estado normal de una subordinación al principio espiritual, en donde el heroismo como desencadenamiento conduce a la supra-vida y a la supra-personalidad. Pero el principio guerrero puede ser un fin en sí rechazando reconocer aquello que hay de superior en él, entonces la experiencia heroica dará lugar a un tipo "trágico", arrogante y templado como el acero, pero sin luz. La personalidad permanece -está incluso reforzada- como le ordena el límite de su lado naturalista y humano. Siempre este tipo de héroe ofrece una cierta garantía de grandeza y naturalmente, para los tipos jerárquicamente inferiores, "burgueses" o "siervos", este heroismo y esta guerra significan superación, elevación, y realización.

El tercer caso se refiere al principio guerrero degradado, al servicio de elementos jerárquicamente inferiores (última casta). Aquí la experiencia heroica se alínea casi fatalmente con una evocación, un desencadenamiento de fuerzas instintivas, personales, colectivistas, irracionales, provocando finalmente una lesión y una regresión en la personalidad del individuo, el cual, rebajado a tal nivel, está condicionado a vivir el acontecimiento de manera pasiva o bajo la sugestión de impulsos pasionales. Por ejemplo, las célebres novelas de Eric María Remarque no reflejan más que una posibilidad de este género: gentes llevadas a la guerra por falsos idealismos constatan que la realidad es otra cosa. No desertan o abandonan, pero en medio de terribles pruebas, son sostenidos por fuerzas elementales, impulsos instintivos, reacciones apenas humanas, sin conocer un solo instante de luz.

Para preparar una guerra, tanto en el plano material como en el espiritual, es preciso ver clara y firmemente todo esto, afín de poder orientar almas y energías hacia la solución más elevada, la única que conviene a las ideas tradicionales. Luego sería preciso espiritualizar el principio guerrero. El punto de partida podría ser el desarrollo virtual de una experiencia heroica en el sentido de la más elevada de las tres posibilidades que hemos analizado.

Mostrar como esta posibilidad, más alta, más espiritual, ha sido plenamente vivida en las grandes civilizaciones que nos han precedido ilustrando así su aspecto constante y universal es algo que no depende de la simple erudición. Es precisamente lo que nos proponemos hacer a partir de las tradiciones propias a la romanidad antigua y medieval.

21 de enero de 2010

El Imperio ataca en Haití

Es momento de desenmascarar los verdaderos motivos de la presencia militar de EEUU en Haití, esta operación no es más que otra jugada del imperio para tomar control de una importante ubicación geoestrategica que pretende erigirse como un bastión para contrarrestar el progreso de las medidas sociales impulsadas por el ALBA en la región y en vistas de ampliar su influencia totalizadora en América Latina. Esta nueva invasión disfrazada de ayuda humanitaria se suma a las bases instaladas en Colombia y al golpe de estado perpetrado en Honduras (promovido e impulsado por fuerzas estadounidenses).

Enlace:

Haití en medios de una guerra - Rebelión.org

Violencia

Por Marcos Abarza


Plebeyos se arrodillan
traicionan a los ancestros
se postran a los pies del enemigo.
Se enamoran del adversario
de quien vino para someterlos.
-¡El amor al enemigo es Paz!-

Esperan las manos del Dios enemigo,
y viendo a sus hijos morir suplican
al Señor de quien los ha doblegado.
-¡La paciencia en miseria es Calma!-

Te llamo Reina de la Destrucción
para poner fin a mi dolor.
A ti te nombro Dama de la Ira
para la Revolución del planeta.
Contigo reiré Diosa de mis días,
cuando no encuentre cerradura
la llave mística que ha idiotizado,
y nuestras fuerzas arrasen ciudades,
y los necios lloren rogando piedad.

¡Descontrol, misiles y muerte,
harán vibrar los territorios a tu ritmo,
y entre despojos los reyes morirán,
en la furia sin límites los héroes huirán!

Violencia es la palabra del Alma,
y la pasión del verdadero Amor.

¡Qué el vigor enerve todo mi ser,
para que mi ser sea Violencia!
¡Qué mis manos tomen las armas!
¡Qué las hordas comiencen su ataque!

¡Violencia! Mi palabra te glorifica.
¡Violencia! Mi pasión te glorifica.
¡Violencia! Mi razón te glorifica.
...Y que los pacifistas mueran
en la ira de los campos de batalla,
sufran el horror de su locura.

¡Violencia! Mi acción te glorifica.
¡Violencia! Mi pensamiento te glorifica.
¡Cuántos lloran en tu presencia,
cuántos ignoran tu poder!
Posees la fuerza del misil, y la gracia,
el odio por el que existe el amor.

No guardas ningún criterio
y tu ley primera es siempre la acción.
Sirves sin escrúpulos a quien te ejerce.

Te llamo para salvar a la humanidad,
porque no hay renovación en la calma,
sino apenas muertos y miseria.
No existe futuro en la paciencia
más que subyugación y mentira.

¡Ejecutada la Calma,
bendita seas Violencia!



Marcos Abarza, Insania Vehemente: Anomalos Versos y Efluvios Obituarios (Editora Indomita 2005)
ISBN 987-22120-0-7

18 de enero de 2010

Guerrilla-propaganda (11S, 11M, 7J)



Si no puedes ver el video prueba este enlace

Extraído de Antimperialista

16 de enero de 2010

Daniel Santoro


































14 de enero de 2010

Autoamor. Psicología del éxtasis

Austin Osman Spare


Comentario: primera parte.


PRECAUCIONES EN TORNO AL TÍTULO DEL LIBRO.

De partida una observación acerca del lenguaje de Osman. Él aborda la experiencia del “éxtasis” desde la perspectiva de una psicología. Sea o no sea un punto de vista asumido con claridad en su alcance por este hombre, con ello él se sitúa inmediatamente en el lenguaje de la modernidad y su pensamiento se mueve en la inmanencia de una experiencia al interior del círculo mágico de la consciencia, pese al rendimiento, si se quiere, psicoanalítico –que alcanza esferas no autotransparentes de la vivencia– y des-disciplinador que manifiesta como intencionalidad de partida. La paradoja es que cualquier intento tal –es decir, en el último sentido señalado– nos remite enseguida a nuestro ser-en-el-mundo, a la constitución de nuestro ser modelado (“esclavizado” en términos de Osman) por una situación hermenéutica o facticidad imperada por una precomprensión del ser –y con ello de nuestro propio ser– de carácter heredado, aprendido, insuflado por socialización, o como se quiera. La paradoja es, dicho con más precisión, que el proyecto de Osman de partida rebasa efectivamente el ámbito de la psicología por su alcance hermenéutico –y con ello se mueve en una dirección que se desmarca de la modernidad, pese a usar un lenguaje moderno. Si Osman interpreta su proyecto como una psicología, es porque, pese a su intención primaria, queda preso del lenguaje de la filosofía moderna de la conciencia y de la posibilidad que ella abre (y que al hacerlo cierra o resuelve) de considerar la experiencia como un ámbito cerrado en este sentido: inmanencia, singularidad = ensimismamiento, mera vivencia psíquica.

El pensamiento de Osman, pese a autointerpretarse como “psicología”, rebasa el ámbito de la psicología entendida en términos científico-modernos. Por tanto, se trataría de un pensamiento (no “filosófico” en el sentido tradicional… Osman no es ni busca ser un sofós) acerca de la vida humana de carácter ontológico-hermenéutico –en sentido no metafísico, es decir, no moderno. A su vez, de partida me parece que hay que desechar la posibilidad de interpretar el intento de Osman como una “psicología social”, puesto que la disposición de ánimo fundamental es la vuelta a la vida, la vuelta a la experiencia fáctica concreta y su “liberación” respecto de interdictos que resuelven (cierran) el propio ser de la vida humana en cada caso, lo que está muy alejado de la representación científico-sistemática de las relaciones entre la constitución del individuo y la influencia de lo social en tal “proceso”, en términos de una objetivación temática impersonal del fenómeno, objetiva en sentido moderno. El intento de Osman no es teorético, sino “comprensivo” en el sentido de realización-singularización-liberación del despliegue del propio ser, sin dejar de estar “situado”, a partir de una hermenéutica –explicitación, exposición, desenmascaramiento diría el viejo Nietzsche– de los interdictos –como diría el viejo Bataille– que conforman el horizonte de sentido de nuestro mundo, y por tanto, de nuestro habitar en él. Hermenéutica del impuesto cuidado-de-sí o dispositivo de disciplinamiento social, como diría el ya viejo Foucault. Administración del peligroso cauce de la vida, diría yo modestamente.

Frente a este intento, la estructura de la ciencia moderna denominada psicología se torna una caricatura abstracta y con ello menesterosa en cuanto a su capacidad vivencial.

Pero esto a Osman, al parecer, lo tuvo sin cuidado. Para él, por lo menos nominalmente, lo que él hace es psicología. Hasta aquí la observación entonces. Ahora es preciso esperar que se cumpla el círculo de la interpretación: la parte apunta a la claridad del todo, el todo aclarará la parte. No es sino al final de la lectura del libro que cada una de sus partes expondrá su excedencia de sentido. Y todo resultará más oscuro, pero más vivido.

No he leído el libro entero, no tengo idea acerca de qué me espera, esto es todo un compendio de impresiones parciales en el camino, el reflejo del ir-leyendo... eso es lo interesante... seguramente en el curso de la lectura las mutaciones de la interpretación vendrán y sobrevendrán. La partida es la más vaga y arriesgada, la más jugosa.


INTERPRETACIÓN DE LOS CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE LA CULTURA COMO DISPOSITIVOS DE ENCAUZAMIENTO DE LA VIDA.

Conceptos fundamentales: Dios, fe, moral, mujer.

Estos conceptos fundamentales son:

CONCEPTOS, entendidos como “formas” (eidos, morfé, disposiciones metafísicas fundamentales del lenguaje interpretado greco-cristianamente como esfera lógico-pura-espiritual de saber sometido a la visualidad: eidenai, eidos, idea, ideal, aspecto-fijo-universal, forma-necesidad-a-ser-cumplida). La modalidad de tesis o a-firmación (poner-firme, rigidez, cerradura) es la CREENCIA. La sumisión de la apertura de ser del hombre a la visualidad fijada por cercos eidéticos es interpretada por Osman como actividad de la “imaginación” (eidos = imago): Osman los nombra como “límites imaginados”. Límite, cerco. Todo cerco tiene el rendimiento de límite-de-algo. En este caso, la intencionalidad del cerco ideal es el “control” de la “expresión” del “deseo”. La ciencia y lo teorético en general es, por tanto, cómplice de tal esclavitud, control o administración: en cuanto generadores de tal formalidad, son el lugar en que se manifiesta esta tendencia al límite como “método” (ya la definición propia de la formalidad de lo teorético es la metáfora visual de la represión: el cuerpo simbólico de la represión… o la represión simbólica del cuerpo).

El condicionamiento, lo cercado, lo esclavizado, es la “expresión” del “deseo”… resonancias de William Blake… y en este punto Osman opera un primer y fundamental exceso al proferir un modo de no proferir eso que se formula ya no como mero deseo, sino más fundamentalmente como el inefable movimiento primario de la vida: KIA…

“Cuanto menos se dice de ello (Kia), menos oscuro resulta” (Osman, p.1).

Dice mi amigo Michel Leroy: “Entonces KIA significa algo que no se puede significar... es a lo que algunos también pueden llamar ‘la vida’, pero eso ya es un lenguaje muy esclavizado”.

Efectivamente “vita”, “hombre”, y muchas otras denominaciones son la carga significativa sedimentada de viejas tradiciones que determinan el fenómeno, que operan explícita o implícitamente como situación hermenéutica, posibilitando el modo de singularizar Kia como acontecimiento de antemano de acuerdo con la cultura y los usos sociales (mundo simbólico sedimentado, consolidado, pre-dominante). Frente a eso, el uso que hace Osman de palabras que sugieren (infinitamente), pero que no dicen nada (nada “en especial”: aspicere, specie, aspectus = eidenai, eidos, idea).

Dicho sea de paso: este intento de liberar el habla de las significaciones eidéticas fue lo que intentó el joven Heidegger, pero aún preso del lenguaje de la “ciencia” fenomenológica… en ese intento se refería el joven Heidegger a la vida humana como un “algo originario” o una “realización fluyente”, o en “Ser y Tiempo” (1927) como el “ser-ahí” caracterizado por su “ser-en-cada-caso” (Jeweiligkeit)… tales expresiones tenían para Heidegger el sentido de “indicadores formales” (formale Anzeige), no categoriales: vacíos de significación sustancial de antemano, dispuestos para ser llenados de significación según la realización fáctica de la vida en cada caso, a cada momento, es decir, para proferir el acontecimiento de la vida… pero en fin, no será sino el viejo Heidegger, el Heidegger crepuscular, el que renunciará definitivamente al lenguaje eidético y será tajante al afirmar el fin de la filosofía y la frágil posibilidad de otro pensar como vuelta al único hablar originario, es decir, el de la poesía –como intento de expresión de una vivencia mística en el fondo inefable (abismal). El arte como lugar de la verdad… en todo caso evanescente: acontecimiento (Ereignis).

Lo curioso es que, así y todo, Osman se ocupa preliminarmente de Kia en el primer apartado de su libro, dedicado a las “definiciones” (!?).

“KIA: La libertad absoluta que siendo libre es lo bastante poderosa como para ser ‘realidad’” (Osman, p.1).

Más resonancias de William Blake: el desencadenamiento de la vida hace de ella algo delirante… de hecho, Blake afirmaba la tangibilidad de sus alucinaciones, fue testigo del funeral de un hada cuyo cuerpo yacía sobre un pétalo de rosa, conversaba y discutía de temas diversos con los espíritus de Milton y Voltaire, etc.

El carácter de acontecimiento de KIA viene dado en este párrafo:

“(…) Kia no es potencial ni manifiesta (excepto en la forma de su posibilidad instantánea) a través de ideas de libertad ni ‘significados’” (Osman, p.1).

Frente a su fijación imaginaria –representación, objetivación (ob-iectum)–, la verdad de Kia no es sino su “posibilidad instantánea”. Kia acontece en el instante, según su propia posibilidad. Es decir: frente a la predeterminación, el primado de la posibilidad; y frente a la representación de la vida como plan reflexivo o estiramiento ante la mirada: el instante de la decisión-lanzada o del lanzamiento decisivo.

13 de enero de 2010

El papel liberador de la destrucción


Por Julius Evola


Hemos dicho que la crisis de los valores del individuo y de la persona está destinada, en el mundo moderno, a revestir el carácter de un proceso irreversible y general, a pesar de la existencia de "islas" o "reservas" residuales, donde, relegadas al dominio de la "cultura" o de las ideologías huecas, estos valores conservan aún una apariencia de vida. Prácticamente, todo lo que está ligado al materialismo, al mundo de las masas, de las grandes ciudades modernas, pero también y sobre todo, todo lo que pertenece propiamente al reino de la técnica, a la mecanización, a las fuerzas elementales despertadas y controladas por procesos objetivos -en fin, los efectos existenciales de catastroficas experiencias colectivas, tales como guerras totales con sus frías destrucciones, todo ello golpea mortalmente al "individuo", actúa de forma "deshumanizadora", reduce, cada vez más, lo que el mundo burgués de ayer, ofrecía de variado, de "personal", de subjetivo, de arbitrario y de intimista.

Ernst Junger, es quizás, quien en su libro "Der Arbeiter", ha puesto más y mejor en evidencia estos procesos. Podemos seguirlo sin titubear, e incluso prever que el proceso en curso en el mundo actual tendrá por consecuencia que el "tipo" reemplazará al individuo al mismo tiempo que se empobrecerá el carácter y el modo de vida de cada uno y que se desintegrarán los "valores culturales" humanistas y personales. En su mayor parte, la destrucción es sufrida por el hombre de hoy, simplemente como un objeto. Desemboca entonces en el tipo de hombre vacío, repetido en serie, que corresponde a la "normalización", a la vida uniformada, que es "máscara" en sentido negativo: producto multiplicable e insignificante.

Pero estas mismas causas, este mismo clima y las mismas destrucciones espirituales pueden imprimir un curso activo y positivo a la desindividualización. Es esta la posibilidad que nos interesa y que debe considerar el tipo de hombre diferenciado de] que tratamos. Junger había ya hecho alusión a lo que había surgido en ocasiones en medio de "temperaturas extremas que amenazan la vida", particularmente en la guerra moderna, guerra de materiales donde la técnica se vuelve contra el hombre, utilizando un sistema de medios de destrucción y la activación de fuerzas elementales, fuerzas a las que el individuo que combate, si no quiere ser destruido -destruido físicamente, pero sobre todo espiritualmente- no puede mantenerse sino pasando a una nueva forma de existencia. Ésta se caracteriza primeramente por una lucidez y una objetividad extremas, luego por una capacidad de actuar y de "mantenerse en pie" sostenido por fuerzas profundas, que se sitúan más allá de las categorías del "individuo", de los ideales, de los "valores" y de los fines de la civilización burguesa. Es importante que aquí se una de forma natural con el riesgo, más allá del instinto de conservación, ya que pueden presentarse situaciones en las que seria a través de la destrucción física misma como se alcanzaría el sentido absoluto de la existencia y se realizaría la "persona absoluta". Podríamos hablar en este caso de un aspecto limite del "cabalgar al tigre".

Junger ha creido encontrar un símbolo de este estilo en el "soldado desconocido" (añadiendo, sin embargo, que no sólo existen soldados, sino también jefes desconocidos); aparte de situaciones de las que ningún comunicado jamás ha dado cuenta, en acciones anónimas que han quedado sin espectadores, que no han pretendido ni el reconocimiento, ni la gloria, que no han sido motivadas por ningún heroismo romántico, aunque el individuo físico arriesgara su vida, fuera de estos casos, Junger subraya que en el curso de este género de procesos, hombres de un nuevo tipo tienden a formarse y diferenciarse, que se reconoce en su comportamiento, es decir en sus rasgos físicos, en su "máscara". Este tipo moderno, tiene la destrucción tras de sí, no puede ser comprendido a partir de la noción de "individuo" y es ajeno a los valores del "humanismo".

Lo esencial es, sin embargo, reconocer la realidad del proceso que se manifiesta, con una intensidad particular, en la guerra total moderna, repitiéndose bajo formas diferentes y en grados diversos de intensidad, incluso en tiempos de paz, en toda la existencia moderna altamente mecanizada, cuando encuentran una materia adecuada: tienden paralelamente a abatir al individuo y a suplantarlo por un "tipo" impersonal e intercambiable que caracteriza una cierta uniformidad -rostros de hombres y mujeres que revisten precisamente el carácter de máscaras, "máscaras metálicas los unos, máscaras cosméticas los otros": algo, en los gestos, en la expresión, como una "crueldad abstracta" que corresponde al lugar, cada vez más grande, ocupado en el mundo actual por todo lo que es técnica, número, geometría y se refiere a valores objetivos.

Indudablemente estos son algunos de los aspectos esenciales de la existencia contemporánea a propósito de los cuales se ha hablado de una nueva barbarie. Pero, una vez más ¿cuál es la "cultura" que podría ser opuesta y debería servir de refugio a la persona?. Aquí no hay puntos de referencia verdaderamente válidos. Junger se hacía verdaderamente ilusiones pensando que el proceso activo de "despersonalización" tópico corresponde al sentido principal de la evolución de un mundo que está en trance de superar la época burguesa (él mismo debía, por otra parte, por una especie de regresión, llegar a un punto de vista completamente diferente). Son, por el contrario, los procesos destructivos pasivos actualmente en curso los que ejercen y ejercerán cada vez más, una acción determinante, de la que no puede nacer más que una pálida uniformalización, una " tipificación " privada de la dimensión de la profundidad y de toda "metafísica" y que se sitúa así a un nivel existencia más bajo que el ya problemático de individuo y de la persona.

Las posibilidades positivas no pueden concernir más que a una minoría ínfima compuesta únicamente de seres en quienes precisamente, preexiste o puede despertarse la dimensión de la trascendencia. Y esto nos lleva, como se ve, al único problema que nos interesa. Solo estos seres pueden proceder a una evaluación muy diferente del "mundo sin alma" de las máquinas, de la técnica, de las grandes ciudades modernas, de todo lo que es pura realidad y objetividad, que aparece frío, inhumano, amenazante, desprovisto de intimidad, despersonalizante, "bárbaro". Es precisamente aceptando esta realidad y estos problemas como el hombre diferenciado puede esencializarse y formarse según la ecuación personal válida; activando en él la dimensión de la trascendencia y quemando las escorias de la individualidad, puede extraer la persona absoluta.

El Único

Por Max Stirner


La época precristiana y la cristiana persiguen fines opuestos. La primera quiso idealizar lo real, y la segunda realizar lo ideal; una buscó al Espíritu Santo, la segunda busca al cuerpo glorificado. Así, la primera conduce a la insensibilidad respecto a lo real, al desprecio del Mundo, mientras que la segunda finalizará con la ruina de lo ideal y el desprecio del Espíritu.

La oposición de lo real y lo ideal es incompatible y lo uno no puede nunca devenir lo otro: si lo ideal se hiciese real, no sería ya lo ideal, y si lo real se hiciese ideal sería lo ideal y no sería lo real. La contradicción de ambos términos no puede resolverse más que si se los destruye. Sólo en este se, en este tercer término, desaparece la contradicción. De lo contrario, ideal y real no se encuentran jamás. La idea no puede ser realizada y seguir siendo idea, es preciso que perezca como idea, lo mismo sucede con lo real que deviene ideal.

Ante Nosotros se presentan los antiguos partidarios de la idea, y los modernos partidarios de la realidad. Ni unos ni otros llegaron a deshacerse de esta oposición; se limitaron a suspirar, los antiguos por el Espíritu, y desde el día en que pareció que el deseo del mundo antiguo estaba satisfecho y que aquel Espíritu parecía llegar, los modernos comenzaron a aspirar por la realización de ese espíritu, realización que debe seguir siendo eternamente un piadoso deseo.

El deseo piadoso de los antiguos era la santidad, el de los modernos es la corporalidad. Pero lo mismo que la antigüedad debía sucumbir el día en que sus votos fuesen colmados (porque no existían más que por ellos), también es alcanzar la corporalidad sin salir del Cristianismo. A la corriente de santificación o de purificación que atraviesa el mundo antiguo (abluciones, etc.) le sigue la corriente de encarnación a través del mundo cristiano: el Dios se precipita en este mundo, se hace carne y quiere rescatar el mundo, es decir, llenarlo de él; como él es la Idea o el Espíritu, se acaba (Hegel, por ejemplo) por introducir la Idea en Todo, en el mundo, y se demuestra que la Idea, la razón está en Todo. A lo que los estoicos del paganismo alaban como el Sabio, responde en la cultura actual el Hombre; uno y otro dos seres sin carne. El sabio irreal, ese santo incorporal de los estoicos, ha venido a ser una persona real y un santo corporal en el Dios encarnado; el hombre irreal, el Yo incorporal llegará a ser real en el Yo corporal que Yo soy.

Al Cristianismo está ligada la cuestión de la existencia de Dios; esta cuestión, siempre y sin cesar repetida y debatida, prueba que el deseo de la existencia, de la corporalidad, de la personalidad, de la realidad, era para los corazones un asunto de constante preocupación, porque no llegaba nunca a una solución satisfactoria. Por fin declinó la cuestión de la existencia de Dios, pero para levantarse inmediatamente bajo una nueva forma, en la doctrina de la existencia de lo divino (Feuerbach). Pero lo divino tampoco tiene existencia, y su último refugio, que lo puramente humano puede ser realizado, pronto no tendrá ya asilo que ofrecerle. Ninguna idea tiene existencia, porque ninguna es susceptible de corporalizarse. La controversia escolástica del realismo y del nominalismo no tuvo otro objeto; en suma, ese problema atraviesa de un extremo a otro la historia cristiana y no puede encontrar en ella su solución.

El mundo cristiano se esfuerza en realizar las Ideas en todas las circunstancias de la vida individual y en todas las instituciones y en las leyes de la Iglesia y del Estado; pero esas Ideas resisten siempre a sus tentativas y siempre les queda alguna cosa que no es posible corporalizar (irrealizable); cualquiera que sea el ardor con que uno se esfuerza en dotarlas de un cuerpo, permanecen siempre sin realidad tangible.

El realizador de ideas se inquieta poco de las realidades, con tal de que esas realidades encarnen una idea; así, examina sin descanso si en lo realizado habita su núcleo, la Idea; al experimentar lo real, experimenta al mismo tiempo la Idea y comprueba si es realizable tal como él la piensa, o bien si la ha comprendido incorrectamente y por tanto es irrealizable.

En cuanto existencias, la familia, el Estado, etc., no interesan ya al cristiano; los cristianos no deben, como los antiguos, sacrificarse por esas cosas divinas, sino interesarse por ellas como realización del Espíritu. La familia real ha venido a ser indiferente, y una familia ideal (verdaderamente real) debe brotar de ella; familia santa, bendita de Dios, o en estilo liberal, racional. Para los antiguos, la familia, la patria, el Estado, etc. son actualmente divinos; para los modernos, aguardan la divinización y no son, bajo su forma existente, inacabados terrenales y deben ser liberados, es decir, deben ser realizados verdaderamente. En otros términos, la familia, etc. no son lo existente y lo real, sino lo divino, la Idea; la cuestión está en saber si tal familia podrá llegar a ser real por obra de lo verdadero real, de la Idea. El individuo no tiene por deber servir a la familia como una divinidad, sino servir a lo divino y elevar hasta él la familia aún no divina; es decir, avasallarlo todo a la idea, enarbolar por todas partes la bandera de la vida, y llevar la Idea a una actividad que sea realmente real y eficaz.

Si bien el Cristianismo y la antigüedad tienen que ver con lo divino, llegan siempre a él por las vías más opuestas. Al fin del paganismo, lo divino se hace extramundano; al fin del cristianismo, intramundano. La antigüedad no consiguió ponerlo completamente fuera del mundo y cuando el cristianismo emprende esa tarea, lo divino tiende a reintegrar el mundo que quiere rescatar. Pero, en el seno del Cristianismo, lo divino como intramundano no se transforma ni puede transformarse en lo mundano mismo, porque lo malo, lo irracional, lo fortuito, lo egoísta, son lo mundano, en el mal sentido de la palabra, y están y permanecen cerrados a lo divino. El Cristianismo comienza con la encarnación del Dios que se hace hombre y prosigue toda su obra de conversión y de redención, con el fin de llevar al Dios a florecer en todos los hombres y en todo lo humano y de penetrarlo todo del Espíritu. Él se atiene a preparar una sede para el Espíritu.

Si se llegó finalmente a detener la atención sobre el Hombre o la humanidad, fue de nuevo la idea lo que se eternizó. ¡El Hombre no muere! Se pensó haber encontrado la realidad de la idea: el Hombre que es el Yo de la historia; es él, ese ideal, el que se desarrolla, es decir, se realiza. Él es verdaderamente real y corporal, porque la historia es su cuerpo, del que los individuos no son más que los miembros. El Cristo es el Yo de la historia del mundo, hasta de la que precede a su aparición sobre la Tierra; para la filosofía moderna, ese Yo es el Hombre. La imagen de Cristo ha venido a ser la imagen del Hombre, y el Hombre como tal, el Hombre, nada más es el centro de la historia. Con el hombre reaparece el comienzo imaginario, porque el Hombre es tan imaginario como el Cristo. El Hombre, Yo de la historia del mundo, cierra el ciclo del pensamiento cristiano.

El círculo mágico del cristianismo se quebraría si cesara el conflicto entre la existencia y la vocación, entre Yo tal como soy y Yo tal como debo ser; el Cristianismo no consiste más que en la aspiración de la Idea a la corporalidad, y expira si desaparece la separación entre ambos. El Cristianismo sólo subsiste si la Idea persiste como Idea (y el Hombre y la Humanidad no son todavía más que Ideas sin cuerpo). La idea devenida corporal, el Espíritu encadenado o perfecto, flotan ante los ojos del cristiano y representan a su imaginación el último día o el objetivo de la historia, pero no son para él su presente.

El individuo sólo puede tomar parte en la edificación del reino de Dios, o bien, en su forma moderna, en el desarrollo de la historia y de la humanidad, y esta participación es la que da un valor cristiano, o, en forma moderna, humano; para lo demás no es más que un puñado de ceniza y el pasto de los gusanos.

Que el individuo es para sí una historia universal, y que el resto de la historia no es más que su propiedad, eso va más allá del Cristianismo. Para éste, la historia es superior, porque es la historia del Cristo o del Hombre; para el egoísta, sólo su historia tiene un valor, porque no quiere desarrollar más que a sí mismo y no el plan de Dios, los designios de la Providencia, la libertad, etc. Él no se considera un instrumento de la Idea o un recipiente de Dios, no reconoce ninguna vocación, no se imagina destinado a contribuir al desarrollo de la humanidad, y no cree en el deber de aportar en él su óbolo; vive su vida sin cuidarse de que la humanidad obtenga de ella pérdida o provecho. -¡Y qué! ¿Estoy yo en el mundo para realizar ideas, para realizar con mi civismo la Idea del Estado, o para dar por mi matrimonio una existencia como esposo y padre a la Idea de familia? ¿Qué me quiere esa vocación? Yo no vivo para realizar una vocación, al igual que la flor no nace y exhala perfume por deber.

El ideal Hombre está realizado cuando la concepción cristiana se transforma en la siguiente: Yo, este único, soy el Hombre. La cuestión: ¿Qué es el hombre? se ha convertido en la pregunta personal: ¿Quién es el hombre? Qué es, preguntaba por el concepto a realizar; comenzando por quién es desaparece la cuestión, porque la respuesta existe en quien interroga: la pregunta es su propia respuesta.

Se dice de Dios: Los nombres no te nombran. Eso es igualmente justo para Mí; ningún concepto me expresa, nada de lo que se considera como mi esencia me agota, no son más que nombres. Se dice, además, de Dios, que es perfecto, y no tiene ninguna vocación, no tiene que tender hacia la perfección. También esto es cierto para Mí.

Yo soy el propietario de mi poder, y lo soy cuando me sé Único. En el Único, el poseedor vuelve a la Nada creadora de que ha salido. Todo ser superior a Mí, sea Dios o sea el Hombre, se debilita ante el sentimiento de mi unicidad, y palidece al sol de esa conciencia.

Si yo baso mi causa en Mí, el Único, ella reposa sobre su creador efímero y perecedero que se devora él mismo, y Yo puedo decir:

Yo he basado mi causa en Nada.